Ciertos sensores en la piel permiten decir si un objeto está caliente o frío, si es suave o filoso. Un pedazo de piel del tamaño de una uña puede contener cerca de mil sensores, mientras existen hasta tres veces esa cantidad en yemas de los dedos. Los sensores de toque ligero están en la parte superior de la dermis de la piel, mientras que los de toque fuerte están más adentro. Los sensores que detectan el calor, el frío y el dolor son diminutas terminaciones nerviosas ramificadas, cerca de la epidermis.
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